Nuestra ruta empieza en Ventaquemada, desayunando un rico caldo de costilla con una deliciosa e inconfundible arepa boyacense, así tomamos fuerza para nuestra caminata y actividad de avistamiento de aves que nos conducirá al destino del páramo el Rabanal.
El aviturismo toma cada vez mas fuerza en nuestro país y es que con mas de 1900 especies de aves para avistar y siendo según el Global Big Day, el país con mayor cantidad de especies registradas hasta el año 2019, sin lugar a duda es una actividad para realizar en cualquier región de nuestro país, y en esta oportunidad es en los bellos paisajes de Boyacá sumercé.
Foto Fernanda Moreno
Nos dirigimos a lo más alto y frio de Ventaquemada, la vereda Montoya, sector Matanegra por la cual empezamos nuestra ruta para avistar las aves que habitan, residen o pasan por estos ecosistemas de bosque alto andino y páramo, iniciamos a las 7:30 am aproximadamente nuestro avistamiento y es que con el frio arrollador y la neblina que se posaba sobre los pastizales y cultivos de papá, hasta las aves se toman más tiempo para salir a sus actividades, con nuestro guía de aves y guías locales de la zona, iniciamos la ruta de ascenso, comenzando con un previo calentamiento para subir el calorcito y preparar nuestras articulaciones para la caminata, con los binoculares y la cámara lista empezamos, la primera que avistamos fue el Águila de Páramo (Geranoaetus melanoleucus), nada mal para empezar nuestro día, aunque no logramos hacer un registro fotográfico.
Avistar aves es un ejercicio de paciencia, de poner tus sentidos como la vista y el oído en plena atención, además de vestir con colores tierra para mimetizarte con la naturaleza, es como una forma de camuflarse para no alertar a las aves de nuestra presencia.
Foto Nicolás Jiménez
Los paisajes de Orquídeas, bromelias y helechos se van convirtiendo parte del paisaje, a su vez que el canto de los colibrís como el colibrí Rutilante o Chillón ( Colibri coruscans) , también logramos avistar varias especies dentro de ellas Metalura Tiria ( Metallura tyrianthina) y en algunos lugares se escuchaba de lejos el canto del Tororoi Compadreo (Grallaria ruficapilla) y el de la Tangara ventriescarlata o también conocido como el clarinero (Anisognathus igniventris).
Al llegar ya al páramo del Rabanal, la belleza de los frailejones comienza a vislumbrar un pequeño bosque de ellos, sentir el silencio y su imponente presencia , se convierte en una experiencia como quien entrar a un lugar sagrado, de respeto y sobre todo de reverencia ante la majestuosa naturaleza que nos provee la mayor riqueza que podemos tener y es el agua, allí se ubica laguna verde, donde avistamos el playero mayor patas amarillas (Tringa melanoleuca) , la Focha Americana (Fulica americana),Cerceta Andina (Anas andium) entre otras especies.
Foto Fernanda Moreno
Luego de una caminata de aproximadamente 2:30 horas pasando por los ecosistemas de bosque alto andino y páramo, llegamos a el mirador que es justo a travesando este bosque de frailejones, donde se divisa parte de la represa de Teatinos, avistando mas de 20 especies en nuestro recorrido y disfrutando del imponente paisaje, llegamos al final de esta ruta, recargados de energía natural, con conocimientos y con la satisfacción de permitirnos imantar de la naturaleza, del canto de sus aves y del compartir con gente maravillosa que hicieron de este destino una experiencia mágica.
Muy interesante ver este tipo de notas periodísticas que fortalecen el turismo en nuestro país, y para este caso que ayuda a la difusión de la importancia del páramo el Rabanal para la conservación de las aves.